629 Las madres tóxicas
La relación
con la madre es quizás de la más importante que se establece en la vida.
De ahí que si
esta es mala las consecuencias para el hijo y, posiblemente más para la hija,
pueden generar muchos conflictos en la personalidad y en el futuro del adulto.
La figura de
la madre es sagrada en prácticamente todas las culturas y a lo largo de la
historia.
Sin embargo no
siempre la madre es una buena madre: Ser una buena madre implica generar una
serie de sentimientos en los hijos que conduzcan a caminar seguros por la vida.
Esto, que
parece tan de serie, no siempre sucede y cuando una mujer no ejerce como madre:
tal y como la psicología de su hijo requiere, lo más probable es que este, el
hijo, no solo no pueda reconocerla de adulto como madre, sino que es lógico que
no quiera hacerlo:
·
Reconocer que una madre no ha sido una buena madre es duro y puede ser traumático.
Este trabajo
está fundamentado, en parte, en la entrevista que hace Gema Lendoiro a Olga
Carmona, psicóloga y con una dilatada experiencia profesional.
En dicha
entrevista Olga define a una madre tóxica y dice:
·
“Es aquella que establece con sus hijos una relación insana, basada en
un vínculo patológico que obstaculiza el normal desarrollo psicoafectivo de sus
hijos”.
¿Significa
esto que no quieren a sus hijos?:
·
“No siempre”.
“Pero cuando decimos que hay madres y padres que no
quieren a sus hijos es porque esto sucede, aunque parezca que esto es imposible porque es anti
natura”.
También esto sucede,
porque efectivamente hay seres humanos que no tienen la capacidad de amar: “Decir
que hay madres que no saben o no pueden amar a sus hijos es atentar contra lo
más sagrado de prácticamente todas las sociedades, donde se venera a la figura
de la madre y nadie lo cuestiona”. Y esta creencia: que esta sellada y marcada
a fuego en la sociedad, y positiva generalmente, les puede conferir a estas mujeres tóxicas un
poder casi absoluto, que en este caso sería negativo para los hijos.
La maternidad
no es fácil, es un camino: arduo y complejo; una experiencia vital.
En este
contexto no es difícil explicar que mujeres, que quizás han tenido ellas su propia
crianza dañada, atrapada y marcada; también por esa negativa experiencia, reproduzcan
la herida y establezcan con sus hijos relaciones que nada tienen que ver con el
amor: incondicional, generoso y maduro, que un niño necesita para poder
aprender a ser.
Existen varias
versiones de madres tóxicas.
·
Están las que se victimizan y lo usan como principal estrategia de manipulación.
Las ambivalentes que tratan a sus hijos en función de
su estado de ánimo o interés.
Las abnegadas que hacen todo por ellos para después
pasar unas facturas emocionales y vitales imposibles de pagar...
Se trata,
explica Carmona, generalmente de mujeres amargadas, cuya vida no se parece en
nada a lo que esperaban. Son mujeres infelices o desgraciadas, que usan de victimas
a sus hijos, proyectando en ellos el foco de su insatisfacción.
Por lo tanto
donde hay una madre tóxica podemos hablar de un sistema tóxico o enfermo y
además altamente contagioso.
Los hijos serán
rehenes atrapados, que crecerán dentro de este sistema. Allí se normalizará
habitualmente lo anormal y ello hará que más tarde las causas de las heridas ocasionadas
sean tan difíciles de detectar.
Al final, el
legado que estos hijos heredarán será de:
·
Inseguridad, baja autoestima, necesidad extrema de aprobación, auto exigencia
extrema, patrones tóxicos, dificultades para establecer relaciones con
profundidad emocional, sentimiento de insatisfacción y vacío vital.
La mayoría no
saben por qué causa, pero no encuentran la razón de sus fracasos emocionales o
vitales. Y explica la psicóloga:
·
“Para un ser humano es muy difícil encajar esa falta de amor primario,
ese desamparo, ese aprendizaje deformado de sentirse querido verdaderamente”.
Estas personas,
estos hijos, en muchos de los casos resultan ser personas exitosas y
competentes en lo profesional, porque han encontrado ahí una fuente de
autoestima del que ellos tienen el control. Estos hijos:
·
Construyen modelos de personalidad que ponen gran parte de energía en
demostrar de lo que son capaces.
Han hecho suyo que tienen que demostrar que son dignos
de ser queridos, pero no por quienes son, sino por lo que hacen.
Aprendieron, día a día, que: la atención, la
caricia, la palabra amable; todo ello había que ganárselo, demostrando su valía.
Sin embargo,
estos hijos, en lo personal van a la deriva, ellos:
·
Flotan sin control, acumulando fracasos y vacíos para los que no hay
respuesta.
La ausencia de
un amor parental sano crea estructuras psíquicas desorganizadas que afectan a
muchas áreas de la personalidad, por ejemplo:
·
“Un estado crónico de avidez afectiva, un miedo patológico al abandono,
ansiedad generalizada, percepción de no merecer ser querido, rabia e ira”.
Y también: “Depresión
y consumo de alcohol y drogas...”
A esto hay que
sumarle:
·
“La incomprensión de los demás. La incomprensión de una sociedad indiferente
dispuesta a mirar para otro lado”.
Por todo esto muchos de estos hijos llegan a dudar hasta de
su propia salud mental, porque a años de maltrato emocional, hay que sumarle el
silencio y la falta de apoyos.
Esta es una
realidad tan desconocida y tan tapada: tan oculta en el corazón de cada
familia, que la mayoría de los psicólogos que pasen por sus vidas no sabrán
tratar, ni resolver.
Concluyendo: Siempre
hay una cuota de libertad que nos permite tomar el control de nuestro presente y
trabajar para el futuro. Pero no es posible hacerlo a ciegas, tapando o
deformando el pasado, inventando el relato de nuestra historia a fin de hacerlo
menos doloroso, justificando a quienes nos causaron una herida tan profunda.
Se requiere
voluntad y mucha valentía, hablar de ello, traerlo a la conciencia tal y como
fue y desde ese dolor, con paz, reconocer la orfandad de los padres que no
tuvimos.
Como esquema,
aquí podría quedar, aunque el tema es mucho más profundo si se quiere
personificar y sacar conclusiones aplicables a cada caso, y para ello requiere además
mucha más dedicación y mucho más espacio; pero este artículo solo pretende dar
a conocer el hecho, su importancia y su gravedad, y como meta loable y
entusiasta pretende: abrir una puerta a la esperanza, para aquellos que han
tenido -o tienen- la desdicha de padecer esta lacra tan decepcionante para el
que lo sufre. ¡Adelante! Dios siempre cura y explica los porqués.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 27 de diciembre de 2017