628 Entre los harapos de la desdicha.
Si en este
tiempo de Navidad queremos reflexionar, orar al Señor o colaborar con los
desheredados de esta tierra nuestra, quizás se cree la siguiente disyuntiva:
·
¿Y por dónde comienzo? ¿Qué hago?
¿En dónde están? ¿Quiénes son?
Ante esto podemos
empezar estableciendo un orden de prioridades para rezar intensamente por
ellos, por ejemplo podemos empezar:
·
Por los millones de hambrientos; por los sedientos de
agua potable y no contaminada; por la multitud de los refugiados; por los millones
de esclavos laborales, sexuales y de todo tipo que ocupan la faz de la tierra;
por los marginados de una sociedad injusta e intolerante, por los enfermos y
por los que no tienen ni médico, ni hospitales, ni higiene, ni personas que los
atiendan.
También
podemos acordarnos y pedir:
·
Por las víctimas de las dictaduras, entre ellos por
los súbditos de las opresivas dictaduras comunistas; por los parados; por los
que sufren bajo las garras terribles de la violencia y de la guerra; por los
niños esclavos de tantas y tantas atrocidades; por las mujeres usadas como
objetos; por los atribulados de esta sociedad corrupta y consumista; por las
personas que viven bajo el opresivo techo de la soledad; por los que están
faltos de cultura y de educación; por los que no tienen familia, ni amigos, ni
a nadie; por lo que están privados de la libertad religiosa; por los acosados;
por los adoctrinados o los que sufren el yugo de las sectas; por las personas
sin hogar y sin cariño; por las familias rotas o desunidas; por los niños que no pueden o no los dejan nacer.
En otro
apartado pedimos:
·
Por los envidiosos, los soberbios, los orgullosos, los
arrogantes, los potentados, los adinerados, los usureros, los insolidarios, los
inservibles, los inútiles, por esa escoria social que nos invade y que procura
destruirnos …;
Y para
terminar pedimos por:
·
Por las víctimas de las adicciones: porno, alcohol, drogas,… ;
por los que padecen enfermedades mentales; por las personas tóxicas que sufren
y hacen sufrir.
Y por ese
sinfín innumerable de personas que en nuestro mundo sufren cada día por una u
otra causa.
Después hemos
de buscar:
·
Una ONG o a la Iglesia o a otra obra social cercana y dedicar
parte de nuestro tiempo, parte de nuestro dinero y o parte de nuestros
talentos.
Y si sentimos
una llamada imperiosa:
·
Sigamos a Jesucristo del todo; o busquemos con Jesús,
o por otro camino, un serio compromiso de por vida.
Y así
conseguiremos la felicidad de muchos y nuestra propia felicidad, en un mundo que
en general se pudre entre los egoístas “harapos” de su propia y despiadada desdicha.
Publicada
en DIARIO DE ÁVILA Digital 11 de
diciembre de 2017