523. Respeto y
dialogo en el hogar.
En este tiempo es fácil que con frecuencia se agrien las
conductas o los comportamientos en el hogar, bien a causa de los hijos, bien
por la relación de los cónyuges, o bien por ambas cosas.
Respecto a la convivencia, en esta época, en la que lo
acontecimiento se suceden con tanta rapidez y en la que el caudal de
información es tan exhaustiva, las pautas para encauzar una buena relación son
débiles, en muchos casos inexistentes, y en otros confusa.
Por lo tanto los pilares en los que se sustenta o se debe de
sustentar la vida familiar no se conocen o sí se conocen son muy dispares y con
ello no se encuentra la armonía, la concordia y la paz.
Ante esto podríamos reseñar varias causas:
En primer lugar los valores éticos
y morales, sobre los que fluye la sociedad, están devaluados y en muchos casos
en desuso.
En segundo lugar la diferencia
generacional, entre padres, madres e hijos, es tan brusca que rompe en muchas
ocasiones la capacidad de diálogo.
En tercer lugar, falta
normalmente una adecuada formación en
los padres, que se encuentran en muchas ocasiones desbordados por los
acontecimientos que les suceden a sus hijos o que les plantean sus hijos.
En cuarto lugar hay poco tiempo, o
se dedica poco tiempo, para el diálogo
mutuo entre el padre y la madre, y entre estos y los hijos. Esa falta de
diálogo, ocasiona falta posterior de entendimiento y falta de convivencia
pacífica.
En quinto lugar, a veces, falta
autoridad por parte de los padres que para no complicarse la vida, o por no
saber, dejan hacer a sus hijos, sin ponerles ninguna norma o enseñarles algunas
directrices.
En sexto lugar hoy el mundo, de
unos y otros, es mucho más complejo, con muchos más elementos que influyen,
positiva o negativamente, en una buena y sana
vida familiar, hay que superar más obstáculos y vencer más barreras.
En séptimo lugar hoy todo el mundo
opina, todos tenemos muchos derechos y pocos deberes, y cuanto más pequeños son
los hijos más están empapados de esta capacidad de exigir. Todos queremos ser
dueños y señores de nuestra propia existencia. Todos queremos ser libres, pero
no todos somos responsables.
Un hijo, por poner un ejemplo: a
determinada edad, no puede ir a donde quiera, ni puede llegar a casa cuando
quiera.
Podría continuar pero con este breve esquema sólo quiero
animar a fomentar el diálogo familiar, para que las -a veces- difíciles
relaciones mutuas funcionen mejor.
El verano puede ser una buena ocasión para dialogar de una
manera distendida, aprovechando el descanso y las vacaciones.
Y para terminar quiero aprovechar para aconsejaros la visita
a algún santuario de la Virgen, hay muchos y muy bellos, para pedirle a María
que como madre, hija y esposa, interceda por nosotros.
Publicada en Diario Hispanidad. Digital
30 de junio de
2017
Publicada en
Diario JAÉN 11 de agosto de 2017
Publicada en
DIARIO DE ÁVILA Digital 15 de agosto de
2017