522 Estoy triste. ¿Y tú?
Y estoy triste porque el hambre como
un virus mortal sigue deambulando ferozmente en gran parte de las regiones de
la tierra:
·
Y
unos, muchos y muchos, lo provocan; y otros, millones y millones, no hacemos
nada por resolverlo.
Sólo esperamos apaciblemente que
llegue el remedio o y criticando a los demás.
Estoy triste porque hay medicinas y
remedio para las enfermedades de la mayoría de los pobladores del mundo y, ni
esas medicinas, ni esos remedios llegan:
·
Muchas
veces porque el coste de esos remedios se queda en las manos usureras de tantos
y tantos aprovechados, de tantos y tantos sinvergüenzas y corruptos.
Estoy triste porque en la mayoría de
los lugares en guerra o con violencia hay poca o ninguna voluntad de que haya
paz, de que se lleguen las soluciones satisfactorias para la mayoría:
·
Las
armas y la violencia por desgracia son un indicativo de la capacidad
tremendamente diabólica que tiene el ser humano: para hacer el mal, para
destruir, para aniquilar.
Estoy triste, una vez más, porque la
esclavitud sigue siendo una seña de identidad que identifica a millones de
personas en todo el mundo:
·
Niños,
jóvenes, mujeres y ancianos viven en esta atroz ignominia que nos da idea de la
maldad del ser humano: corrupto, indignó y cruel.
Estoy triste porque en muchos lugares
del mundo la mujer sigue estando subyugada e indefensa ante el ataque y la
maldad de los miserables, de hombre sin escrúpulos que buscan su bienestar a
costa del sufrimiento de los demás.
Estoy triste porque las dictaduras y
los dictadores proliferan aún en este siglo veintiuno en el que: la
comunicación, la alfabetización y la
cultura, tendrían que hacer que estas nefastas y espantosas lacras de la
sociedad estuvieran aniquiladas y sus partidarios sometidos, derrotados y
justamente juzgados:
·
Sin
embargo muy por el contrario este mundo nuestro actual sigue siendo tierra de
cultivo en el que florecen con fuerza grandes y terroríficos dictadores que
llevan: el pánico, la penuria y la muerte a millones de personas. Millones de
personas que indefensas soportan el yugo de la perversa iniquidad.
Estoy triste porque, después de miles
de años de historia, sigue faltando: la libertad, la cultura, la educación, la
ciencia, el trabajo, la justicia y tantas y tantas cosas más.
Estoy triste porque la vida no se
defiende adecuadamente, por el aborto; por la familia que no se valora
adecuadamente; por tantos hogares rotos; por los maltratos; por la violencia
doméstica a: hombres, mujeres y niños; por las injusticias sociales; por una
enseñanza a la que le falta libertad y le sobra adoctrinamiento arbitrario.
Estoy triste por la proliferación de:
la pornografía, la prostitución, la droga, la telebasura y todos los vicios que
envilecen al hombre y a la mujer y a los niños y a las niñas; y además rompen
la armonía de la creación e impiden que se descubra su belleza.
Estoy triste, para terminar, porque
Dios sigue siendo maltratado, maldecido, blasfemado, sin que nadie ponga
remedio. Ni unos, ni otros. Nadie pone remedio.
·
Dios
era y sigue siendo signo de contradicción. Sigue siendo: rechazado,
controvertido, negado, insultado.
Estas pinceladas representativas que
he dibujado tristemente, es la realidad de un mundo podrido.
Pero este, en muchas ocasiones, es
nuestro mundo; y quizás podamos hacer más por cambiarlo:
·
¿O
seguimos tristes y esperando, con calma, que un movimiento “pendular”
inesperado de un giro a la historia y lo cambie todo y del todo?
Publicada en
Diario JAÉN 8 de agosto de 2017
Publicada en DIARIO DE ÁVILA
Digital 12 de agosto de 2017
Publicado en Forumlibertas.com Opinión
8 de septiembre de 2017