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El ciprés de los Santos.
Cuando estamos desesperanzados,
perdidos, desalentados y la nostalgia nos invade, o cuando tenemos
interrogantes importantes sobre la existencia del ser humano, quizás para salir
de esas situaciones o para resolver las incógnitas existenciales:
ü Necesitemos anclarnos en realidades positivamente
robustas y estables.
ü Necesitemos un horizonte claro.
ü Necesitemos un -porqué y un para que- que de sentido a
nuestras acciones.
ü Necesitemos la vivencia de realidades trascendente y o
eternas.
ü Necesitemos ¿quizás? de un líder carismático, con
sello Divino, como Jesús de Nazaret.
ü Necesitemos de los santos, y de la transparencia y
trascendencia de sus vidas.
ü Necesitemos que nos hablen de un cielo nuevo y de una
tierra nueva.
Y eso quisiera hacer, hoy y ahora,
hablar del cielo; dar alguna indicación,
algún detalle; dar algunas pinceladas; para vivificar nuestras vidas, para
alimentar y fomentar nuestra esperanza; y para dar a conocer que la muerte no
es un fin, sino el principio de la Vida, de la verdadera Vida.
El cielo es: Una esperanza consumada. Un
vergel. Un jardín florido colmado de fragancia y de infinita y colosal belleza.
·
El cielo es el
embrujo de un amor apasionado.
Es una bella, indescriptible,
vivificadora e inacabable vivencia.
Es un paraíso incomparable.
Es la delicada delicia de un
cautivador paraje.
·
El cielo es una
luz brillante llena de cálida hermosura.
Es: una dicha eterna, una
tierra nueva.
·
El cielo es: Un
remanso de paz. Un manantial de clara y sin igual transparencia. Un edén.
·
El cielo es:
La belleza que nos encandila,
el amor que nos apasiona, el bien que nos sobrecoge, la ternura que nos deleita,
la suave brisa que nos acaricia, el aire puro que nos deleita, la bondad que
nos cautiva.
·
El cielo es el
sublime abrazo; cuando este viene revestido, recreado del amor más verdadero.
Es cierto que cuesta trabajo hacerse a
la idea de lo que es el cielo, pero cuesta porque hay que tener en cuenta que
en él habita Dios; y Dios es inconmensurable, inmenso, infinito, eterno.
Y si entender el universo en el que
habita el ser humano es complicado, por ser una magna y sublime creación
divina, más aun lógicamente es entender el lugar en donde, con toda su cohorte
de celestial realeza; con toda su soberanía, grandeza y esplendor, reside Dios.
Si desde nuestra óptica humana no
podemos ver a Dios, desde esa misma óptica tampoco podemos ver el cielo, ni
entender el cielo, ni tan siquiera en una mínima dimensión saborear los
infinitos dones del cielo.
Ahora en la tierra nos toca vivir
apasionadamente. Y además -y muy importante- prepararnos para ir al cielo.
Prepararnos por medio: del sacrificio y del dolor; del conocimiento y de la
doctrina; de la virtud y de las buenas obras; y del amor, de ese amor -fecundo
y eficiente- que todo lo puede. Y todo ello con paz, mucha, mucha paz.
Publicado en Forumlibertas.com Opinión
13 de julio de 2017
Publicada
en Diario JAÉN 17 de julio de 2017