46 La Segunda Transición Española
Hace algún tiempo que
se está hablando de una Segunda Transición, para de esta manera ir paliando los
errores cometidos desde la llegada de la democracia.
En estos años, desde 1975, año en el que acabó la dictadura
franquista, indiscutible es que ha habido grandes e importantes aciertos:
políticos, democráticos y constitucionales; sin embargo también es cierto que
muchos han sido los errores cometidos, unos en cuanto a la constitución de las
autonomías y sus competencias, otros relativos a los partidos políticos, otros
de carácter legislativo, otros referente al sistema electoral, otros de
carácter constitucional teniendo en cuenta -entre otras cosas- la forma en la
que se aprobó la Constitución y otros muchos: corrupción, transparencia,
eficacia del poder político, eliminación del senado, las diputaciones provinciales
y la duplicidad de funciones… Todo esto requiere evidentes retoques.
Tampoco la monarquía esta fuera del estudio que se ha de realizar
para la mejora social y democrática de España.
La compleja maquinaria democrática, cuyo primer objetivo es
salvaguardar la libertad y mejorar las estructuras sociales para conseguir
prosperidad y que con ella tengamos mayor dignidad: como personas, como
trabajadores y como ciudadanos; como digo esta maquinaria democrática se puso
en funcionamiento de una manera rápida para evitar entre otras cosas que los
enemigos de la libertad y de la paz en un estado no constituido se aprovecharán
para organizar: disturbios, actos terroristas, manifestaciones callejeras o
cualquier otro acto violento o no violento; pero actos que al fin podrían retrasar
o perjudicar el tan anhelado proceso democrático; y esto quizás pudo llegar a
la precipitación, y quizás por la precipitación se cometieron errores y todo
por la buena voluntad de acelerar el comienzo y la implantación democrática tan
necesaria: para la paz, para la convivencia, para la armonía y para la
prosperidad de España.
Ya al paso de los años, y también debido al desgaste de los
mismos, es conveniente revisar el proceso seguido y detectar los fallos que han
ocasionado a la postre un desgaste democrático que de no resolverlo, y pronto, puede
ocasionar grandes males para la actual democracia española.
Uno de los grandes problemas actuales es: el exceso del número
de políticos y de su poder; y esto no se resolverá si no hay buenas
disposiciones, pues son ellos mismos los que tienen que pensar y actuar
sabiendo que más de uno sobra, y esto desgraciadamente es difícil de resolver y
más aún si no hay una presión de comunidades: nacionales e internacionales que
indiquen este hecho y que le indiquen a los responsables la necesidad de cambio.
Otro tema es también el número excesivo de autonomías comparado
con el número de habitantes y con la dimensiones de la nación, pero como antes
he comentado: ¿quién plantea la cuestión
y quién decide la reestructuración de las comunidades autonómicas y la
disminución de políticos y cargos duplicados o triplicados? Y podríamos seguir,
pues España necesita urgentemente la disminución económica de la innecesaria carga
política.
También, al cabo de los años es conveniente estudiar los
errores que se pudieron cometer al elaborar la Constitución, ¿Fueron acertados los
llamados: “pactos del mantel”? ¿Se conoce suficientemente en qué consistieron
estos pactos y como se llevaron a cabo?
Y siguiendo con las autonomías, se debía de estudiar con mayor
rigor el porqué y el cómo de la estructura autonómica de España; hay opiniones
que indican que también hubo excesiva precipitación y muchos intereses
partidistas en el actual dibujo autonómico de la nación española; muchos
políticos o al menos bastantes, y muy importantes en el entonces futuro
democrático, quizás se aprovecharon de esa avalancha autonómica: desmesurada,
innecesaria e ineficaz, para conseguir, personalmente con ello, grandes
beneficios en el ámbito político; beneficios no sólo personales sino para el
bloque político que representaban.
Dejó caer estas ideas para que pensemos en la necesidad del
cambio, un cambio radical y absoluto, un cambio hacia la mayor participación de
todos los ciudadanos, pues al final todos somos beneficiados o perjudicados en
este proceso.
Este proceso de la Segunda Transición podría estar abanderado
por el príncipe Felipe y la princesa Letizia, personas que representan por su
edad y por su educación a un colectivo muy importante de la sociedad actual
española y podían tener mayor aval para emprender esta empresa ardua y difícil
de transformar España, acercándola a modelos democráticos más ejemplares, menos
corruptos, menos injustos y más atrayentes para todos.
Y en este proceso todos estamos implicados, nadie puede escurrir el bulto; pues debido a que se
escurrió el bulto durante muchos años y por muchas personas, pues pensábamos -unos
y otros- que no teníamos nada que hacer, así está actualmente España.
España está devaluada:
económicamente, políticamente y socialmente y necesita una reforma y para esta
reforma debemos de importar todos.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 13 de febrero de 2014