44 Dolor y
amor, aceptación y vida
El
día once de febrero, festividad de la virgen de Lourdes, se celebra el día
mundial del enfermo. Esta celebración es importante teniendo en cuenta la
importancia del dolor en nuestra vida. No hay duda de que todos sufrimos a
causa de la enfermedad y de que ese sufrimiento no es siempre llevadero, ni es
tampoco siempre aceptado y casi nunca entra en nuestros cálculos. En muchas
ocasiones produce en nosotros un traspiés evidente, dejando un sello del cual a
veces no llegamos a recuperarnos nunca. Es por ello por lo que el día del
enfermo es conveniente que reciba una especial atención, para que nos ayude a
caer en la cuenta de que el dolor en sus diversas manifestaciones forma de una
u otra forma parte esencial de nuestra vida y qué tenemos que aprender a
afrontarlo; como sabéis la vida es un continuo trasiego de dificultades que hay
que superar y vencer o al menos aceptar. En muchas ocasiones es sólo la fe y
las creencias las que mantienen muestra vitalidad en los momentos críticos. Pues
bien, en ese día once de febrero recibí la carta de un amigo enfermo. Un
enfermo de parálisis cerebral con evidentes muestras de las dificultades de
psicomotricidad que padece y con el añadido de una enfermedad mental producida
quizás por las dificultades anteriores. En ese día: Francisco Jesús Ballesteros Prieto, mi amigo, me dice lo siguiente; me dice personalmente a
mí, pero a través de mi quiere hacer llegar a los demás un mensaje de
esperanza; dice así: “Es muy difícil creer estas palabras que os
voy a decir, mis queridos hermanos, pero el dolor y la enfermedad, no es más
que una vocación más dentro de nuestra iglesia, igual que la del sacerdocio,
vida consagrada o matrimonio.
Es una vocación a la
que nadie nos gustaría estar llamados, pues no es agradable responder a ella,
pero es la que por voluntad de Dios hemos recibido, no debemos sentirnos
desgraciados, ni desdichados, sino todo lo contrario felices y contentos,
porque Nuestro Señor, nos ha elegido a nosotros, para que por medio de nuestra
enfermedad y dolor, prediquemos y demos testimonio de su Evangelio, incluso en
una planta o habitación de hospital, y nos lo ha pedido a nosotros porque sabe
que somos los únicos que vamos a responder a esa llamada.
Finalmente deciros que
cuando estemos graves o en servicios hospitalarios en los que no podamos ser
acompañados por nuestros familiares y/o personas queridas, (como pueden ser
U.C.I., unidad de agudos de Salud Mental, etc), e incluso que por nuestra
seguridad nos quiten nuestras cosas y símbolos externos personales, lo que
nunca nos podrán quitar es la compañía física y real de Dios, y nuestra Fe en
Él. Por lo que no debemos temer nada, aunque como personas suframos, pero con
Él nada nos ocurrirá”. Y así termina su mensaje mi amigo y ahora qué os puedo
yo decir; os puedo decir sólo una cosa que junto a los caminos del dolor están
los caminos de la esperanza. Si hay un mínimo de aceptación del dolor por parte
de la persona Dios añade siempre el aditivo imprescindible y eficaz de la
esperanza. Si no aceptas sigue habiendo dolor pero ahí no tiene cabida la
esperanza. Francisco Jesús es un ser humano que vive y sabe vivir en las
cercanías del dolor pero junto a él sabe descubrir el horizonte de la
esperanza, un horizonte lleno de vibrantes expectativas y de bellos parajes en
donde se descubre la felicidad, la felicidad terrena y mejor aún la felicidad
eterna; dos caras de la mejor de las monedas: la moneda del amor. Amando
siempre el dolor se transforma en alegría y paz.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la
red” Digital 14 de febrero de 2014
Publicada en DIARIO DE AVILA Digital 18 de febrero de 2014