34 El aliento de nuestra esperanza

34  El aliento de nuestra esperanza

Nuestra esperanza, la virtud de la esperanza, la esperanza de los cristianos no podemos presentarla como una cosa fría, anodina y poco vivificadora; la tenemos que presentar llena de vida y junto a ella tiene que estar: nuestro cariño, nuestra amabilidad, nuestra  cercanía a los demás; si la presentamos, sí queremos enseñar a los demás la importancia de la esperanza cristiana, no podemos ir: con arrogancia, con aires de superioridad, como unos déspotas que todo lo entienden; más bien hemos de ir con sencillez, con naturalidad, transmitiendo nuestra propia experiencia de una forma clara, natural y atractiva. En muchas ocasiones los cristianos no sabemos llegar a los demás, no convencemos, nuestro mensaje no llega; quizás porque nuestra actitud de apóstoles deja mucho que desear, todo lo hacemos de una forma demasiado oficialista; utilizando la terminología del papa Francisco somos como funcionarios que queremos terminar cuanto antes, llegar y pegar, pero sin poner el corazón sin dejarnos la piel en el intento. No se trata sólo de dar doctrina se trata más bien de darse del todo a los demás. Qué pena que la trascendencia de nuestras virtudes teologales: fe, esperanza y caridad no la sepamos trasmitir. Es cierto que el mundo está vacío de contenido, la mayoría de las personas sólo se ocupan de cuestiones materiales, y nosotros los cristianos tenemos un tesoro:grande, entusiasta y bello que hemos de dar a conocer a los demás; pero nuestro egoísmo, en muchas ocasiones, impide que los demás reciban la excelencia del mensaje de una forma apropiada y digna. Tenemos que aprender de los Santos, ellos dieron su vida para que el evangelio, la vida cristiana, las virtudes, el dogma, los mandamientos, la enseñanza de la iglesia llegaran a todos y casi siempre empezando por los más pobres y desfavorecidos. Sin la vivencia de la pobreza evangélica no se puede tampoco avanzar junto a  Jesucristo; es por ello por lo que es necesario seguir el camino del maestro: el camino de la austeridad, el camino de la sencillez y de la naturalidad, el camino de la ternura, de la  sincera amistad, haciendo atrayente y creíble la vivencia del evangelio. Algunos se empeñan en presentar la vida cristiana desde una perspectiva seria, dogmática y llena de normativas y leyes: y se olvidan de la caridad, y se olvidan de la esperanza y se olvidan de que nuestro mensaje es un mensaje exigente pero atractivo, es un mensaje de cruz pero de una cruz que conduce a la Vida a esa Vida Eterna en donde encontraremos en grado infinito la excelencia de todos los dones.Los Santos han sido personas alegres, han trasmitido la esperanza llenándola de vida y no: de crespones negros, ni de lutos  innecesarios, ni de caras largas, ni de miedos, ni de tristezas; ya sabemos que todo eso existe, pero los caminos de la perfección cristiana lo tenemos que presentar de una forma atractiva, y no podemos, repito     de nuevo, presentar a Jesucristo como un ser lejano que influye poco en nuestra vida,pero que nos pone unas normas; unas normas para que nosotros las cumplamos,mientras que Él se olvida de nosotros; Jesucristo no es eso, Él es: el Camino y la Verdad y la Vida; Él es la alegría, Él es la plenitud de la vida con todas sus grandezas y maravillas, Él es la dicha; junto al  no hay: desanimo, ni desaliento, ni tristeza, ni  apatía, hay plenitud de amor. El papa Francisco está empeñado en que demos a conocer el mensaje:siempre con una sonrisa en los labios, con ternura en nuestras acciones, delicadamente…; esto no quiere decir que presentemos un panorama adulterado, poco exigente, sino que lo presentemos con dulzura y apoyándonos en el amor, teniendo en cuenta que el amor ha de ser el móvil de todas nuestras acciones.


Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital   13 de enero de 2014