82 El Auxilio de la 5ª Esperanza
Macarena |
Un día de final de agosto en Sevilla, un día veraniego, especialmente
caluroso, algún termómetro llego a señalar 50º, ¡Preocupante! Muchos pasaban
los 45º. Aire irrespirable, bochorno
abrumador. A la tarde las calles vacías ¡Pero yo, había llegado a Sevilla,
decidido, para hacer, como peregrino, una romería de enamorado!, y ante la
adversidad del calor busqué refugio en el dulce corazón de la Esperanza.
Esperanza Triana |
De allí a Triana. Un
puente había hecho de nexo de unión entre las dos Sevillas: dos Sevillas pero
un solo señorío; dos Sevillas pero un solo embrujo; dos Sevillas pero un solo
corazón. ¡Corazón que late al unísono! Y
allí en Triana pausadamente recorrí la calle Pureza, con la nostalgia de quien recuerda la pasión con que allí se
viven los acontecimientos: el arte se respira, la devoción se palpa... y
sumergido en la dulce melancolía de tan
profundos sentimientos, me encuentro súbitamente ante la sagrada imagen de otra Esperanza. Otra Esperanza que llena de luz cada “madrugá”.
La O |
Otra esperanza:
viva, divina y encantadora. Salí de allí pensando que no hay límite en el
cariño cuando: el empuje, la fuerza...
lo pone la Madre, y menos aún cuando esa Madre es de Triana y marinera... y de
allí a la calle Castilla, en donde me esperaba
el encuentro con otra gran Esperanza sevillana: la O. La multiplicidad
de la esperanzada vivencia aumentaba en
mí la dicha de un gozo indescriptible. Allí, la belleza y la hermosura la
recogí en mi alma, para que la caldera de tan intensa vivencia estuviera
encendida, en mí, durante largo tiempo.
Dejé Triana, para de nuevo en Sevilla,
en San Roque, descubrir -otra vez- la estima inigualable de la Esperanza, pero ésta, ¡además!, llena de
gracia.
Gracia y Esperanza |
Tan llena de Gracia que, en breve, como tal, será coronada: coronada de
Gracia y Esperanza. Yo allí, en aquel momento, adelantándome al acontecimiento, la corone en mi alma,
coloque sobre Ella el oro puro del
cariño sincero. Cariño de tantos y tantos como le aman. Y como colofón de este
bello y cálido trayecto romero: La Trinidad, ¡allí! -yo- busqué, ¡sin
encontrarlo!, el quinto nombre para mi
gran Esperanza. Un quinto nombre con el que Sevilla, en Semana Santa, el
sábado, el duelo del día triste lo reviste del esplendor mágico de una nueva
Esperanza. ¡Pero, la Esperanza allí no estaba!: ¡Me quede sobrecogido!, al no
encontrar ese último refugio, esa última llama de ese amor vivo.
Esperanza Trinitaria |
María Auxiliadora |
En Sevilla: ¡ciudad de embrujo!, suceden estos acontecimientos singulares, que llenan nuestra alma del aliento irresistible de una esperanza: mágica, divina... y si no crees que esto puede acontecer: ¡ve! y ¡prueba! Seguro que en el cielo, de esta bella ciudad, encontrarás la causa inigualable de un encanto embriagador.