Carta al director escrita en recuerdo y homenaje a Diego Peláez López, trabajador en Hacienda de Jaén y
miembro del Opus Dei. Tu testimonio ejemplar y tu coherencia apostólica son un modelo para: los
trabajadores, los cristianos y los apóstoles de las siguientes generaciones
81 DE HACIENDA AL DIVINO HACEDOR.
Hace un año: Diego, nuestro querido Diego se nos fue.
Se nos marchó "casi" desde la
oficina. Se fue súbitamente, pero dejó
en todos la bella impronta de su buen hacer
Jaén |
De Dios había heredado: una "hacienda", un
tiempo para dar fruto, unos talentos
para que produjesen.... Y la "hacienda" la cultivo y la cuido. El
tiempo lo transformó en Gloria: ¡cómo le habían enseñado! Y los talentos
florecieron, dejando en el aire el aroma encantador de una vida eficazmente
feliz, o si quieres mejor felizmente eficaz
Diego vivía en
plenitud su vocación, identificado plenamente a su llamada. "Aquí estoy
Señor, porque me he has llamado" era vivido por él con la urgente
predisposición del enamorado, que ante todo anhela servir con esmerado agrado
al ser amado. Su Padre Dios se podía
apoyar en él, porque Diego era conocedor de
la heroica poesía escondida en la aparente rutina de cada día. Él hizo,
con la constancia más rigurosa, de "borrico de noria": Y dio una y
mil vueltas, ejemplarmente, y todas y cada una por amor: un amor lleno de
vitalidad, de alegría, de cariño... Había vislumbrado eficazmente la heroica
santidad que Dios le pedía, había descubierto: la senda, el cauce, el camino,
la forja, en definitiva:
¡ el amor !
Y para él, ese fascinante
descubrimiento, es ya, en el hermoso
paraíso de los elegidos: su corona, su premio, su tesoro, su gloria... Ya, con
un gozo inmenso, disfruta de su
Dios...... tú Dios...... nuestro Dios.
¿Y me preguntan: porque hablas
tanto de la muerte? Y contesto: ¡Lo hago! Porque hablo de ella, no como de un
final desesperanzado, sino como de una
puerta grande que se abre a la eternidad
y que se abre al Amor. Una puerta que conecta con la plenitud de todos los
goces. Por eso las campanas que lanzo, no son fúnebres campanas de duelo y
de luto, son campanas de fiesta, llenas
del replique eterno de la gloria.
Carta
publicada en el diario Jaén en
Septiembre de 1998
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