618. Entre las
baratijas de lo intrascendente.
La riqueza de nuestra
vida espiritual es de una inmensidad tal qué vale la pena que siempre la
tengamos en consideración.
La religión católica en ningún momento es una realidad
frustrante.
La religión no es resultado de unas elucubraciones sin
sentido:
·
Ni el conjunto de unas normas inconexas.
·
Ni una vivencia vaga.
·
Ni razonamientos infantiles, solo útiles, para acallar
la voz de nuestro interior que nos habla de eternidad, de vida futura, de Dios,
de infinitud.
La religión no es una realidad ambigua para acallar nuestra
conciencia y tranquilizar nuestros inquietantes desvelos: emocionales y
sentimentales.
La religión es el soporte insustituible de nuestras vidas, es la piedra angular, es el eslabón primordial en la cadena de nuestra existencia.
La religión es el soporte insustituible de nuestras vidas, es la piedra angular, es el eslabón primordial en la cadena de nuestra existencia.
La religión es ese Alfa y Omega que conecta: el nacimiento
con la muerte y la muerte con la eternidad.
Las ciencias, la medicina, la psicología, la tecnología, la
cultura, el arte, la filosofía, las habilidades sociales y un inmenso etcétera
son útiles en esta vida, pero a esa misma vida no le dan sentido.
Y es en ese momento es cuando hay que acudir a las realidades
eternas:
·
Dios, cielo, infierno y purgatorio.
Sin miedo pero sin ambigüedades engañosas.
No es lógico, ni razonable que nos olvidemos de las
realidades trascendentes y dediquemos la mayoría de nuestro tiempo a lo
pasajero, a lo intrascendente a lo mundano y superficial por muy importante que
todo esto sea.
No podemos dejar el “Evangélico tesoro escondido” y coger las
“Baratijas” que cada día ocupan largamente nuestro tiempo, nuestra atención y
nuestros desvelos.
Pasamos el tiempo caminando entre los vericuetos de una vida
anodina, y nos olvidamos que tenemos un Dios:
·
Un Gran Dios que es nuestro Padre, que es nuestro
Creador, qué es nuestro Tesoro, que es nuestro Guía, qué es el todo en esta
tierra nuestra.
Adelante no te quedes en las charcas llenas de lodo y fango,
no te quedes en las cloacas de la inmundicia y de la perdición y busca a Dios,
a tu
Dios:
·
Busca el amor.
·
Busca en el fondo de tu alma.
·
Busca en las heridas agrietadas de tu inmenso corazón.
Y encuentra:
·
Entre los dolores la esperanza.
·
Entre los desasosiegos la paz.
·
Y entre los múltiples interrogantes, la insustituible
verdad de Jesucristo.
¿Porque Jesucristo, hoy, ahora y siempre?:
·
Es la autenticidad del Camino.
·
La única Verdad
·
Y la inconmensurable e inagotable vida del Cielo
No te canses: ¡busca y busca!
Y en la búsqueda incansable de ese, inimaginable e
inconmensurable, tesoro, está ya el premio.
Publicada
en DIARIO DE ÁVILA Digital 25 de
septiembre de 2017