607. Trasplante de corazón.
En estos días en los
que, en tantos lugares de nuestra querida tierra española, se celebra, de forma
festiva, con gran esplendor y con sentido cristiano, la fiesta del Corpus
Christi y con ello la Procesión Eucarística, quisiera hacer una breve reseña de
la Eucaristía y de su magno y trascendente sentido.
Para ello empecemos
hablando del pecado, causa de tantos males. Todos tenemos que admitir, con sincera
humildad, que somos pecadores; y que a diario tenemos y debemos de luchar para
vencer este terrible mal que el pecado ocasiona.
Un mal dañino,
pernicioso y grave, dado la magnitud del Ser al que se le hace: Dios.
Por otro lado el mejor
medio y el más eficaz para vencer el pecado es comulgar con: fervor, frecuencia
y fe.
Sería bueno que nos
acostumbráramos a rogad al Señor, como pordioseros y mendigos, para que nos
diera un corazón nuevo; para que nos hiciera un “exitoso” trasplante espiritual
de corazón.
Pero de hecho, cada
Comunión es, en sí mismo, como un trasplante de corazón. En él, Jesús es el
gran donante: el donante universal. Dios, para hacernos este trasplante, nos
pone una única condición:
·
¡Amar. Amar, con pasión amorosa, al Donante!
Y de ésta manera recibir este vivificador, especialísimo
y singular trasplante.
La Sagrada Comunión
nos da, en su más excelsa plenitud, al Sagrado Corazón de Jesús. Sagrado
Corazón que es además: la fuente clara, inmaculada y caudalosa de todas las
virtudes.
Toda virtud de la que
carecemos:
·
Fe, obediencia, sobriedad, templanza, pobreza,
pureza, mansedumbre, sinceridad, caridad, humildad, confianza, paciencia,
mortificación…
Están presentes al más
grado alto en cada Comunión.
Por lo tanto, y para
concluir, como pueblo peregrino, no hay acción más grande en todo el universo
que recibir a Jesús en la Santa Eucaristía con fuego en el corazón.
Los discípulos en el
camino a Emaús lo resumen con estas palabras entusiastas:
·
"No
estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras..."
Que nuestros corazones
ardan por dentro cada vez que nos encontremos con Jesús en el Santísimo
Sacramento, en las Comuniones espirituales y especialmente en el momento de
recibir la Sagrada Comunión.
Publicada en DIARIO DE ÁVILA
Digital 12 de junio de 2017