54 “Salve
primero a mi hermano”.
Quisiera antes que nada contar lo sucedido; y por lo sucedido se darán cuenta de que ello es motivo o puede ser motivo de reflexión; pero primero empecemos por relatar los hechos: “Donna Rice y sus dos hijos, Jordan y Blake, de diez y trece años de edad, regresaban a casa. Llovía mucho. Eran conscientes del mal tiempo que reinaba durante esa semana en la mayor parte del país, especialmente en la zona donde vivían, en los suburbios de Brisbane, la tercera ciudad más populosa de Australia. Lo que no podían imaginar era que en poco tiempo estarían rodeados sin remedio por el agua. La tromba de agua que aquella tarde arrasó Toowoomba, en la zona oeste de Brisbane, fue descrita por testigos presenciales como: “un furioso tsunami que arrastraba automóviles, arrancaba árboles y destruía viviendas con enorme facilidad”.
La familia Rice no tardó mucho en darse cuenta de que sus vidas corrían peligro. La madre llamó a los servicios de emergencia, que le recomendaron permanecer dentro del vehículo. Pero a los pocos minutos se vieron arrastrados por la corriente.
Quisiera antes que nada contar lo sucedido; y por lo sucedido se darán cuenta de que ello es motivo o puede ser motivo de reflexión; pero primero empecemos por relatar los hechos: “Donna Rice y sus dos hijos, Jordan y Blake, de diez y trece años de edad, regresaban a casa. Llovía mucho. Eran conscientes del mal tiempo que reinaba durante esa semana en la mayor parte del país, especialmente en la zona donde vivían, en los suburbios de Brisbane, la tercera ciudad más populosa de Australia. Lo que no podían imaginar era que en poco tiempo estarían rodeados sin remedio por el agua. La tromba de agua que aquella tarde arrasó Toowoomba, en la zona oeste de Brisbane, fue descrita por testigos presenciales como: “un furioso tsunami que arrastraba automóviles, arrancaba árboles y destruía viviendas con enorme facilidad”.
La familia Rice no tardó mucho en darse cuenta de que sus vidas corrían peligro. La madre llamó a los servicios de emergencia, que le recomendaron permanecer dentro del vehículo. Pero a los pocos minutos se vieron arrastrados por la corriente.
Enseguida se encontraron con
que estaban ya en esa delgada línea que separa la vida de la muerte.
Finalmente el coche se detuvo, pero el nivel del agua
seguía creciendo, por lo que Donna y sus dos hijos tuvieron que subirse al
techo del automóvil.
El conductor de un camión que pasaba por allí logró
descolgarse con una cuerda y llegar hasta ellos. Tendió la mano a Jordan, pero su respuesta fue muy clara: “Salve primero a mi hermano”. Así
lo hizo aquel hombre, que logró poner a salvo a Blake.
Después la cuerda se rompió cuando intentaba salvar a
su madre y a Jordan, que fueron arrastrados aguas abajo. Pudieron aferrarse a
un árbol durante unos minutos, pero
enseguida fueron absorbidos por la corriente y perecieron.
Hasta aquí el relato de los hechos, relato que he podido conocer por una
publicación de Alfonso Aguiló y A. Mendíz
Esta historia, dramáticamente real, nos permite considerar un tema tan fundamental como es la capacidad de renuncia a uno mismo por amor al otro.
Esta historia, dramáticamente real, nos permite considerar un tema tan fundamental como es la capacidad de renuncia a uno mismo por amor al otro.
Jordan Rice no dudó en pedir que salvaran primero a su hermano, su gesto es
un claro testimonio de lo que puede ser capaz el hombre, una muestra de que en su interior hay siempre:
“Semillas de grandeza”; hay: “Arranques generosos” que hacen el mundo más
humano y más habitable y hacen más
llevaderas las penas que cualquier vida encierra.
Poco después de la tragedia, el padre comentó: “No puedo ni imaginarme qué pasaría por la cabeza de mi hijo Jordan para dar su vida y salvar a su hermano…”.
Poco después de la tragedia, el padre comentó: “No puedo ni imaginarme qué pasaría por la cabeza de mi hijo Jordan para dar su vida y salvar a su hermano…”.
Quizás la única y mejor respuesta es que: “El amor no necesita razones”.
En palabras de San Bernardo: “El
amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su
premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él
mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo
porque amo, amo por amar”
El mandamiento de Jesús a sus discípulos dice: Amaos
los unos a los otros como yo os he amado. ¿Pero es eso posible? ¿Puedo
amar como Dios me ama a mí?”. Amar como Cristo me ama, significa que tengo que
amar al prójimo incluso hasta dar la vida por él.
Otra reflexión que nos puede
servir: <<La generosidad no se aprende de un día para el otro; como toda virtud, se cultiva con el tiempo, y
cuando llega el momento de la prueba, se ve "de qué pasta estamos
hechos">>.
Y para terminar considerar la idea de que estos
comportamientos no son fruto de un impulso momentáneo, normalmente son fruto de
una preparación que exige una educación adecuada; los jóvenes que no están
educados: para compartir, para querer a los demás, para respetar a todas las
personas, es muy difícil que en un momento especialmente grave como el de
nuestro protagonista actúen de esa manera.
Por eso es tan importante que a los jóvenes se
les eduque para que sepan darse a los demás, para que sepan compartir vivencias
y experiencias y aún la misma vida.
En el fondo del mensaje está la importancia de
estar dispuestos generosamente a vivir por y para los demás, de estar
dispuestos a ser solidarios, de estar dispuestos a colaborar para que este
mundo cada día sea o un poco mejor.
Este joven australiano ha conseguido con su
acción y con su misma vida que nos demos cuenta de que en muchas ocasiones hay
gente dispuesta a hacer el bien, hay gente dispuesta a amar. Aún hoy, hay
gente buena que superan los propios
miedos, incluso los más arraigados, al alcance del amor.
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 24 de febrero de 2014