52 Personas tóxicas
Las personalidades tóxicas todas coinciden en que no aportan nada satisfactorio
a una relación, ya sea esta: sentimental, de amistad, laboral o familiar; sino
que más bien destruyen cualquier
intento de crear vínculos sanos y mínimamente cordiales.
Suelen traer consigo los llamados acertadamente: “malos rollos”, terminan
por absorberte psíquicamente porque te requieren sólo para ellos y siempre te manipulan.
Lo más peligroso de estas personas, como advierte el
psicólogo Albert J. Bernstein,
autor de: “Vampiros emocionales” es
que nos roban la energía sin que ni siquiera nos demos cuenta.
Y es que son
expertos en entablar relaciones hiperabsorbentes .
Por tanto, no
es fácil identificarlos, y muchas veces no reparamos en su personalidad hasta
que comprobamos que después de estar con ellos siempre se repiten las mismas
sensaciones negativas: agotamiento, frustración, estrés o alivio por estar
solos.
En muchas ocasiones, somos nosotros mismos los que nos
autoengañamos porque se trata de: nuestra pareja, de un familiar o un
amigo. “Será cosa mía” o “puede
ser mi culpa” son pensamientos que no hacen más que prolongar una
relación insana; y esa prolongación terrible, e inhumana, en algunos casos deja
una huella atroz en su víctima que al final tiene que huir despavorida; pero la
huida la realiza: sin aliento, sin fuerzas y sin esperanza, después de haber
sufrido tan largo y tormentoso periodo de tortura y acoso.
El psicoanalista y divulgador francés Dominique Barbier explica por
qué vivimos en un contexto social
viciado y malsano propicio para la expansión de este tipo de personas tóxicas.
Por otro lado la psiquiatra y psicoanalista: Marie-France Hirigoyen, habla y
explica lo que denomina: “acoso moral” e indica que estas personas viven con la idea de que: “Para triunfar en la vida hay
que ser un buen manipulador".
El psicoanalista francés Barbier expone unas ideas para identificar a las personas tóxicas.
Los individuos “tóxicos” tienen una gran capacidad
psicológica, adivinan los miedos,
temores y fantasmas de sus víctimas para saber cómo seducirlos.
Primero nos hacen creer que, con ellos, todo es
posible, para luego manejarnos, manipularnos y utilizarnos a su antojo.
Saben darle la vuelta a una situación con mucha
habilidad, llegando a presentarse como víctimas cuando en realidad son
verdugos, de esta manera actúan con el
objetivo de seducir y allanar el terreno para servirse de los demás cuando lo
necesiten.
Son expertos en deformar la
realidad mediante las mentiras parciales y el juego del doble
lenguaje.
Pueden mezclar insultos y halagos amables en la misma
frase sin apenas inmutarse.
Son como depredadores, vampiros, dictadores… que no respetan la autonomía de los demás, ni su
libertad, ni su propia autenticidad.
Si al estar con ellos, una y otra vez, nos sentimos
cansados mentalmente o con muestras de torpeza en nuestras capacidades o algún
que otro trastorno, entonces debemos ponernos en alerta porque es un indicio
evidente de que estamos siendo manipulados.
Son indiferentes
e inmunes a la culpabilidad y consiguen frecuentemente que seamos
nosotros quienes nos sintamos mal, quienes sintamos el desaliento y aun más: la
tristeza.
Son excelentes
y terribles estrategas, pacientes y constantes; no cesan, una y otra
vez, día a día; persistentes hasta que consiguen sus objetivos.
Siembran siempre la duda sobre las cualidades y las
competencias de los demás para de esta manera: descalificarlos, anularlos y eliminar su autoestima; los dejan:
triturados y hundidos.
Esconden una incoherencia entre lo que piensan y dicen
y su comportamiento: por un lado hablan, y hablan, de propuestas altruistas,
mientras que luego actúan sólo para obtener un interés personal.
Los “buenos intoxicadores”, ven a los demás no como a unas personas a las
que se les debe respeto por su dignidad
o compasión o cariño, sino sólo lo ven como un objeto más o menos útil que hay
que manejar y usar.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 22 de febrero de 2014
Publicada en DIARIO DE AVILA Digital 25 de febrero de 2014
Publicada en
Diario de Burgos 25 de febrero de 2014