20 Señor Jesús como te has
atrevido
Jesús ya te atreviste a nacer en un pesebre, en un lugar frío en una
noche de invierno, con tus queridos padres y la sola compañía de animales; y naciste,
en cierta manera, despreciado y humillado por los habitantes de aquel lugar; poco
después soportaste la terrible prueba del rey Herodes, un indecente canalla,
que al no encontrarte, mató, tristemente, a aquellos inocentes niños; ellos
fueron los primeros mártires de la cristiandad y en el cielo estarán ocupando un
lugar de privilegio. Te atreviste con tantas incomprensiones, malentendidos y
sacrificios a lo largo de tu vida que sería difícil de enumerar y describir; y muy
especialmente te atreviste a sufrir en aquellos momentos terribles de tu pasión,
aquello fue un atrevimiento inusual: Dios que sufre y sufre, dejando en el
hombre, en el ser humano toda la libertad para que se ocupará en destruirte; Señor
no sé cómo fuiste capaz de dejar tu Vida, tu Cuerpo: Santo e Inmaculado, en
manos de indeseables malhechores. Y aquella Cruz, Señor, como pudiste permitir esa crueldad y tanta desventura, como
permitiste que la sentencia de muerte la realizarán y ejecutarán esos personajes
faltos de humanidad y llenos de odio y maldad. Pero el culmen de ese atrevimiento,
el anonadamiento más radical, la gran “travesura” del amor, lo más increíble, lo
más ininteligible, fue que te quedarás
como un enamorado total en la Eucaristía. ¿Señor como tu amor ha sido tan
fuerte? ¿Cómo has podido quedarte de esa manera tan vulnerable? No eres
consciente de que allí, en el Sagrario, cualquiera puede profanar tu morada y
traicionarte y escupirte y destruirte y manipularte y quedarse contigo para
cometer cualquier atrocidad a su antojo. No eras consciente de que allí estarías
totalmente indefenso sin protección cerca de tantas vicisitudes tremendas como
suceden en este mundo y ocasionadas por la maldad o por la torpeza del ser humano. Cuántas
millones de personas habrán pasado a tu lado
absolutamente ignorantes de tu existencia y Tú por amor no tomas en
cuenta el desaire y quieres seguir ahí por sí alguien llega con cariño ¡Señor,
no podemos entender la grandeza de tu amor¡ Tu amor es más grande que nuestra
capacidad de entender, es más grande infinitamente que el amor nuestro. ¡Señor perdónanos!
ni entendemos, ni amamos, ni respetamos, sólo en algunos casos hay un poco de
buena voluntad, lo demás lo tienes que poner Tú, sobreabundantemente, para que
al menos podamos entender algo de tu maravillosa existencia: somos torpes, muy,
muy torpes quizás apabullados por el continuó apego a nuestros pecados. La Eucaristía
es Dios que se ha querido quedar dándolo todo pero sin pedir nada ¡allí esta
Él! Un Dios que en muchas, ocasiones, allí, pasa desapercibido: nadie lo mira,
nadie lo ve, nadie cae en la cuenta de su presencia; en muchas iglesias el Sr.
Jesús pasa las horas sólo, sin compañía, ni oraciones, ni nadie que eche cuentas
de su inmaculada presencia. Tú y yo al
menos podemos: acompañarle, rezarle, desagraviarle y amarle. Vivir junto al
Amor podría ser nuestra mejor dicha. Por favor no te olvides de que Dios sigue en el Sagrario:
cada día y en cada momento, sigue por ti y por mí y por aquel otro y por todos.
Sigue con un objetivo: amar, amar y amar: ¡no lo dudes, todo por amor!
Publicada
en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 5 de diciembre de 2013