63 TAMBORES ANÓNIMOS
Los andaluces
estamos acostumbrados a
vivir una Semana Santa
callejera, ruidosa, de fuertes emociones. Una Semana Santa de primavera
en flor, de azahar, de olor a incienso, de cera y como no de luz, de una luz
espléndida, maravillosa, de una luz genuinamente peculiar, porque es la luz
brillante de Andalucía, que especialmente en estos días "descarga" sobre todos el fuerte
impacto de su singular encanto. Pero yo, que amante soy de esto, de esta Semana Santa, tan nuestra, amante: si
ella, es un reflejo sincero de un sentimiento que emana del espíritu y no se
quede en una caricatura grotesca de una tradición.
Semana Santa Sevilla. Hermandad de la Carretería |
Sin embargo en esta carta no voy a hacer un elogio de ello,
voy a elogiar por el contrario a esos hombres y mujeres que, desde la celda de
su propio anonimato, cada día llevan con garbo la cruz del sufrimiento, para
ellos cada instante es semana santa, cada momento lo viven con la impronta de
una pasión que desgarra sus sentidos, que aprisiona tenazmente su alma. Son
cautivos de un dolor intenso, nazarenos que soportan el peso de una cruz, con
la que -ellos- solos no pueden, y en otros casos son cirineos que generosamente
ayudan a los demás a llevar la cruz.
Pues estos hombres y mujeres, que están sellados a fuego
con la marca de un dolor que desgarra todos sus sentidos o que están atenazados
por la desesperanza o que están marginados por una sociedad que les da la
espalda o que viven el oprobio de una pobreza extrema o que sienten en sus
vidas el desconsuelo de un trabajo que les falta o que viven alertas por la
presencia de un terrorismo que cruelmente les acecha, pues -como digo- son
estos hombres y mujeres los que si se
unen a la cruz de Cristo, si aceptan el peso de la contradicción y se lo ofrecen
al Jesús que libera, esos son los que, hoy y ahora hacen de sus vidas una
continua y fecunda semana santa.
Una semana santa silenciosa, callada, anónima, pero en la
que se descubre con autenticidad el rostro verdadero de nuestro Cristo Jesús.
Esa semana santa es la que enriquece, la que hemos de descubrir para no
quedarnos en la superficialidad de unas vivencias llenas de bullicio, de ruido
y de emociones, pero faltas de profundidad, de alma, de ... espíritu.
Tu, si quieres, junto al ajetreo de la calle vive -en estos
días- la soledad de tu vivencia interior; junto al estrépito, grato estrépito,
de los tambores vive el silencio de tu alma; junto a la cruz de Jesús, que
descubres por tus calles, vive la experiencia de tu propio dolor y ese dolor se
lo entregas para que El lo lleve, lo pasee dignamente por tu ciudad.
Tu dolor, tu pena, tu soledad interesan a Jesús y a través
de El, si tu quieres, se transformarán en autentica semana santa. La semana
santa de un andaluz que siente con fuerza el penetrante impulso de una
tradición honda, singular, gratificante y emotiva
Carta publicada en Diario JAÉN 2 del 4 de 1998