527. Involucrarse con San Josemaría.
San Josemaría en una homilía pronunciada el Domingo de Resurrección
de 1967, llamada: “Cristo presente en los cristianos”, nos animaba -de una
manera exigente, pero a su vez atractiva y sugerente- a involucrarnos en la
resolución de los grandes problemas que afectan a la humanidad; nos animaba a
vivir de cerca y de forma activa y participativa en el entramado de todas las actividades
sociales.
Por lo tanto, tras el eco de sus palabras. Palabras vibrantes
llenas de amor a todos, yo os digo: No podemos vivir de espalda a la multitud,
de espaldas: a sus dificultades, a sus terribles e indignantes lacras y
necesidades, ocasionadas, ellas, en muchas ocasiones por los pervertidos afanes
de poder, notoriedad y de riqueza del, en tantas ocasiones, malvado e innoble
ser humano.
Y ahora es San Josemaría el que nos dice, que Dios nos llama:
·
A través de las incidencias de cada día.
·
En el sufrimiento y en la alegría de las personas con
las que convivimos.
·
En los afanes humanos de nuestros compañeros.
·
En las menudencias de la vida de familia.
Dios nos llama también a través de los grandes problemas,
conflictos y tareas que suceden en cada época histórica, atrayendo los
esfuerzos y las ilusiones de gran parte de la humanidad.
Se comprende muy bien la impaciencia, la angustia, los deseos
inquietos de quienes, como cristianos, no se resignan ante la tremenda e
indigna injusticia personal y social que puede crear la maldad del ser humano.
Tantos siglos de convivencia entre los hombres y, todavía
lamentablemente, tristemente y desgarradoramente:
·
Tanto odio: Que aumenta cada día en proporciones
desmesuradas y peligrosas.
·
Tanta destrucción: Que produce caos, horror y dolor
·
Tanto fanatismo acumulado en ojos que no quieren ver y
en corazones que no quieren amar.
Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos.
Los bienes de la cultura, encerrados en cenáculos.
Y, fuera:
·
Hambre de pan y de sabiduría. ¡Hambre de verdad y de
bien!
·
Vidas humanas que son santas, porque vienen de Dios,
tratadas como simples cosas, como números de una estadística.
Con San Josemaría comprendo y comparto esa impaciencia, que le
impulsa a mirar a Cristo:
·
A ese Cristo lleno de ternura y de misericordia.
·
A ese Cristo delicadamente amable y delicadamente
amoroso que continúa invitándonos a que pongamos en práctica ese mandamiento nuevo del amor.
Por lo tanto
involucrémonos con San Josemaría, con la Iglesia, con todos los santos y con
todas las personas de buena voluntad en la noble tarea de transformar el mundo.
En la noble tarea de transformar la iniquidad en: justicia, libertad y paz
Publicada en DIARIO DE ÁVILA Digital 28 de agosto de 2017
Publicada en
Diario JAÉN 28 de agosto de 2017
Publicada en
Diario JAÉN 8 de septiembre de 2017
2ª
Publicación