58 La firmeza inquebrantable de los tres
últimos papas
En facebook he
descubierto esta foto y me ha llevado a una profunda reflexión: sobre la
grandeza de nuestras creencias, sobre la trascendencia de nuestra fe y sobre la
maldad e ingenua ignorancia de nuestros corazones que no queremos acabar de
enterarnos de que la infinitud de la dicha nos viene de Jesucristo, y que el
caudal inmenso de gracia nos viene a través de la Iglesia y que sólo Ella
encausa nuestra vida hacia el bien.
En esta foto he podido
descubrir la estable coherencia de unas creencias que resisten el impetuoso
embiste de los poderes mundanos.
Que ejemplo tan
extraordinario el de estos tres últimos papas; y como han sabido entre los
tres hacer un diseño de lo que es prioritario
en el magisterio de la Iglesia Católica.
Con maestría en la foto
a cada papa se le ha relacionado directamente con una virtud teologal.
A Juan Pablo II se le ha
relacionado muy acertadamente con la esperanza, yo he leído varias veces un
libro de él denominado: “Cruzando el umbral de la esperanza” y siempre que lo
he leído he visto la grandiosa magnitud de un hombre que abrió sus puertas y
sus ventanas, de par en par, para que entraba el aire puro de una esperanza
cimentada en la infalible realidad de Jesucristo.
Y ese hombre de
esperanza tuvo la osadía de cambiar el mundo, y lo hizo con su profundo
conocimiento de la realidad de ese mundo de entonces, y lo hizo además con la fuerza implacable de su
vida interior y de su fe en Jesucristo.
Dios quiso que el
siguiente papa también tuviera sus raíces inmersas en tres realidades que
conformaron el siglo XX: la II Guerra Mundial, el nazismo, y el comunismo con
su carga marxista leninista.
Juan Pablo II y
Benedicto XVI, fueron dos eslabones fundamentales, dos colosos excepcionales para
la configuración del catolicismo del siglo XXI. Benedicto XVI quiso proclamar el año de la fe; él, el
querido Papa Benedicto ha tenido una fe inquebrantable y esa fe ha dado firmeza
a nuestras creencias, y todos hemos
descubierto en él la profundidad de su mensaje y el atractivo de una vida,
cuando ella se recorre caminando por los caminos de la verdad y del bien. Es un
auténtico hombre de Dios.
El cese del papado de
Benedicto, en principio causo un impacto, pues habían pasado más de 500 años
cuando esto se produjo la última vez; sin embargo la sencillez del papa
Benedicto, sus explicaciones de por qué dejaba la cátedra de San Pedro, nos
convencieron a todos, de nuevo en esta difícil y arriesgada decisión aparecían
la firmeza de su fe y la contundencia de sus decisiones.
Después Dios quiso que
apareciera en la Iglesia como sucesor de
San Pedro un “personaje” cargado de bondad, un hombre campechano y humilde, una
persona cercana al ser humano; cercana al necesitado y cercana fundamentalmente
a todo aquel que necesitará de él.
Francisco ha producido
un cataclismo inexplicable; ha arrasado: por su cercanía, por su
despreocupación palpable de todo lo que supone materialidad y por su ocupación
de todo lo divino y de todas las necesidades prioritarias del ser humano;
empezando: por la alimentación, por la defensa de la vida, por la salud, por la
cultura, por la solidaridad, por la amabilidad, por la sonrisa, por la
preocupación constante por el que está cerca y por saber y entender el mundo de
hoy.
Las personas necesitan
muchas cosas y todas son importantes y él es consciente de que el ser humano
necesita sobre todo a Dios, pero además muchas otras cosas; y que se le puede
dar a ese ser humano de hoy la doctrina clara y trascendente del evangelio, y
además: el pan, la vivienda, la cultura, y un sinfín de cosas que todo ser
humano necesita. Si vivimos lejos de los demás el evangelio no les llega. El
evangelio: les llega a los que convivimos con ellos, les llega a los que son
una piña con nosotros, a nuestros colegas, a nuestros amigos.
Los cristianos debemos
de vivir el proselitismo de conseguir hacer del evangelio una vivencia
atractiva, amena; por supuesto sin rebajar sus niveles de exigencia y sin
convertir el cristianismo en una doctrina dulzona y facilona.
Unámonos a la vida y al
mensaje de estos tres últimos papas, han sido y son pilares robustos en los que
le iglesia se ha apoyado con firmeza; y aquí estamos en este tiempo luchando
contra la adversidad sabiendo que aunque hay muchos que quieren manchar el
bello rostro de la Iglesia de Cristo hay muchos más que queremos defenderla aun
con nuestra propia sangre.
La Iglesia no se rinde,
la Iglesia, siglo tras siglo, seguirá y seguirá por la robusta firmeza de su
cabeza: Jesucristo.
Gracias: Juan Pablo II,
Benedicto XVI y Francisco, vosotros sois el sólido soporte de nuestra: fe,
esperanza y caridad.
Publicada en “Cartas al Director, Tu voz en la red” Digital 23 de febrero de 2014
Publicada en Diario de Burgos 28 de febrero de 2014
Publicado en Forumlibertas.com 3 de marzo de 2014
Publicada en DIARIO DE AVILA Digital 3 de marzo de 2014