45 la Paz, una gran esperanza.
Un sentimiento generalizado de repugnancia invade nuestro
ser, cuando vemos como la cruel plaga del terrorismo nos invade y hasta nuestra
tierra Andaluza llega, de nuevo, el horror inhumano de algo incomprensible.
¿Cómo es posible que sea tanta la ceguera de estos
hombres, y no sean capaces de descubrir el bello rostro de un mundo sembrado
con la fecunda semilla de la paz?
Para ti, que -como yo- amas La paz, escribo esto, con el
deseo de que entre todos construyamos con maestría esta obra, y pronto pueda
llegar a nosotros este bien tan anhelado:
La paz es el tesoro que armoniza nuestra vida, dándole la
consistente solidez, quee hace que podamos
movernos en el estable clima, de un
mundo que se dirige hacia una prosperidad, que llena de estímulo nuestra
existencia. Todo lo que rodea a La paz es estimulante, gratificante, digno de
elogio, porque nos aúpa a terrenos de estabilidad. Cuando nos falta nuestra
vida sufre el deterioro de la inestabilidad, la estructura se tambalea, un
vaivén que nos atemoriza invade nuestro ser, nos ponemos en guardia, y empieza
a ocupar nuestra vida la desventura de un peligro que desconocemos.
i Que pena que La paz este hoy tan devaluada ! La
necesitamos, pero la atacamos con crueldad. La familia es un lugar en el que la
paz debía de ser la reina, pero muy por el contrario se convierte en la gran
ausente.
El marido y la mujer buscándose así mismo cada uno y no
el uno al otro, propician la ausencia de un clima de pacífica convivencia, y se
convierten en guerreros feroces, destructores de sus propias vidas. En
ocasiones los hijos atemorizan a sus padres y en otras, los padres por su
nefasto comportamiento, dan pie en los hijos a una inestabilidad que acaba en
ruptura inevitable. Todos luchan buscando poder, y encuentran el terreno
abonado de la discordia, todo en este clima se derrumba.
Los países hablan de democracia, de paz, de libertad,
pero carecen de eficacia, de directrices, todo se les escapa. Los terroristas,
los malvados, los indeseables, acaban ganando la partida de la violencia y ahogan
La paz.
Y en el mundo: Ruanda y el Zaire, el Zaire y Ruanda, aquí
y allá, negros y blancos, Africanos y Europeos, todos, unos y otros, desafían a
la paz y acaban convirtiendo el mundo en un lugar masacrado por la crueldad. Y
la herida sigue ahí, y el mundo gime buscando los caminos del gran don ausente.
¡Y no se encuentra! ¡Se busca, pero no se encuentra! ¡Se busca, pero huye, y huye, porque no quiere
convivir con nuestro egoísmo¡ ¡Ahí está el motivo de la huida de tan preciado
tesoro!
El egoísmo atemoriza, crea: desventura, desolación,
tristeza, y allí la paz no existe.
Y para terminar, una consigna, un consejo: “guerreemos”
contra nuestro yo, contra nuestras, tantas veces, malvadas disposiciones y
encontraremos la paz en nosotros y, poco a poco, el mundo, bello mundo que nos rodea,
encontrará el fruto sabroso de una paz duradera. iAh, y no dejemos que los
indeseables que atemorizan, los criminales que matan, los crueles que, aquí y
allí, en España y en otros países, siembran de luto y muerte nuestras vidas
consigan su triste empeño!
Porque La paz es el fundamento de nuestro esfuerzo decidido
por alcanzar los grandes proyectos de libertad, concordia, progreso y
democracia.