Articulo
Pues bien, cuando todo esto sucede y en ese entorno de belleza, en ese marco de
una época de hermosura, y además por si lo anterior fuera poco, en el corazón
de Andalucía, nace esta fiesta, fiesta del ibreño que siente el vibrante empuje
de su peculiar tradición. El Ibreño en estos días siente, a través de la
fiesta, como arraiga en el, este hondo sentimiento hacia lo suyo, pero no se
cierra a sus vivencias, asilándose de los demás, las vive con el
convencimiento de que de ellos, de cada ibreño, emana la fuerza de una
tradición que cada año cala con fuerza en el ánimo y en el sentir de los que
los visitan.
La Iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo es el majestuoso monumento de un pueblo que: desde la tierra mira al cielo, desde lo terreno se abre a lo celestial, desde las raíces de una tierra fecunda se levanta para descubrir la maravilla de un cielo azul celeste, de un cielo en el que sabemos habitan nuestros antecesores. Antecesores que , cuando vivian con nosotros, nos enseñaron y transmitieron: costumbres, vivencias, experiencias, sentimientos y emociones: las mismas que hoy compartimos y experimentamos. Esos son los sentimientos que impulsan –con fuerza-- en estos días nuestras vivencias.
66 IBROS: VIBRACIÓN Y FIESTA, SENTIMIENTOS Y EMOCIONES.
Un año más el mes de mayo le abre a Ibros la puerta grande de una espléndida
fiesta, en el ecuador de la primavera: cuando la flor haciendo un alarde de su
hermosura viste nuestros campos con el traje de gala, cuando el sol acaricia
nuestros cuerpos dejando en ellos las primeras huellas de su poder
irresistible; cuando el rostro moreno de un andaluz es ya en sí una muestra
inconfundible de algo genuinamente especifico.
El ibreño en estos días abre sus puertas al que de fuera viene, abre -con ese
carácter de apertura- todo su sentimiento para transmitir sus emociones. Yo he
conocido mucha gente que ha sentido, como yo, el implacable atractivo de una
acogida que sale del corazón. Y esa acogida en estos días es acogida a la
fiesta, a la fiesta que hay que vivir intensamente porque, como todo,
fugazmente se acaba. Aquí no cabe el descanso, eso hay que dejarlo para cuando
la traca final llene de melancolía nuestro ser, porque descubrimos que
inevitablemente todo se ha acabado.
Y en la fiesta: el corazón que impulsa, el alma que vibra, el pilar que da
solidez, el origen, la causa y el motivo es la Madre. No hay fiesta sin
madre. Cuando en una casa, por desgracia, falta la madre, falta un específico
sentido de aire de familia, falta algo esencialmente importante. Aquí la Madre
no falta, pero tampoco faltan los hijos de Ibros que la quieren con locura.
Aquí, hasta el incrédulo quiere a la madre, el poder de la tradición ,arraigado
hasta el límite, es tan fuerte que suple la falta de fe y aún sin ella, sin esa
fe auténtica, se quiere a la Madre, porque Ella es tan querida que nadie,
,nadie, puede darle la espalda, pues la Madre nos muestra cada dia su cariño,
su amor y su soberana protección.
Antes era muy frecuente que cuando se pasaba por delante de la iglesia uno se
santiguara, saludaba a Dios allí presente y ¡ como no ! saludaba también a la
Madre; hoy ya queda menos de esa buena y recomendable costumbre; costumbre:
sana, profunda, reconfortante. Pero aquí, en Ibros, cuando pasamos por delante
de la Iglesia de San Pedro y San Pablo: nuestra Iglesia, sí saludamos y
además siempre, y si no lo hacemos con la mano, lo hacemos con el corazón,
porqué todo corazón de ibreño lleva inscrito en su alma el nombre de la Virgen
y Madre bendita de los Remedios.
En cierta manera en la plaza y en su entorno está el pulmón que oxigena la vida
del ibreño, la plaza es lugar: de encuentros, de aconteceres festivos; de
novios que, presurosos, buscan el altar para unir sus vidas con la persona
amada; es lugar de despedidas para los que ya encontraron en la eternidad su
patria definitiva o de apertura a la vida de aquellos que en la iglesia y por
medio del agua recibieron la luz esplendida de una fe que sus mayores le
transmiten .
La Iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo es el majestuoso monumento de un pueblo que: desde la tierra mira al cielo, desde lo terreno se abre a lo celestial, desde las raíces de una tierra fecunda se levanta para descubrir la maravilla de un cielo azul celeste, de un cielo en el que sabemos habitan nuestros antecesores. Antecesores que , cuando vivian con nosotros, nos enseñaron y transmitieron: costumbres, vivencias, experiencias, sentimientos y emociones: las mismas que hoy compartimos y experimentamos. Esos son los sentimientos que impulsan –con fuerza-- en estos días nuestras vivencias.
En muchas ocasiones he tenido la oportunidad de hacer el recorrido Linares, Úbeda
, Baeza e Ibros; y he sentido la tentación de definir, de "dibujar"
con breves pinceladas algo que nos sitúe en cada uno de estos lugares : para
Linares es suficiente con profundizar en sus tierras --en ahondar--
buscando bajo el suelo, lejos de la luz, ese metal, esa riqueza que ha hecho,
que allí en el fondo, bajo su corteza, se encuentre la causa primordial de su
orgullo: un orgullo genuino, singular, peculiarmente especifico.
¿Y Úbeda? ¿qué decir de su arte? : Es un arte emblemático lleno de
peculiaridades que la distingue, parece como si --allí-- Dios se hubiera
excedido volcando en ella su sobreabundante talento.
¿Y de Baeza , que se puede escribir de ella? : Es una ciudad donde la
sinfonía de la perfección es tan exquisita que siempre hay una maravilla nueva
que descubrir: en cada rincón, en cada esquina, en cada piedra, en cada
lugar....
¿Y de IBROS ? ¿Qué podemos decir de Ibros? ¿Dónde está su encanto? ¿Dónde
está su talento? ¿Dónde su riqueza? Pues aquí, como en Linares, la
riqueza está en el fondo, aunque en este caso no en las profundidades de la
tierra, sino en el fondo escondido de cada uno de los ibreños. El corazón de un
ibreño está pulido con especial esmero por el artista divino. Dios parece haber
puesto en estas gentes: cualidades, ambiciones, proyectos que hacen de ellos
personas cargadas de singular encanto. En Ibros sus gentes son el gran
monumento.
¿Y qué decir de sus tradiciones?, en ellas esta ese toque especial que hace
que estas fiestas en honor de la Virgen bendita de los Remedios,
sean un baluarte sólido que define algo tremendamente emotivo. La emoción se
palpa y el deseo de fiesta también, aquí el sentimiento aflora, dándole a estos
días un aire puro de grandeza que no podemos describir. Aquí --en Ibros--
brilla la ilusión: aquí brilla con fuerza el sol cuando se refleja en la
limpieza del alma de cada ciudadano. El estadal cargado de tradición, las
banderas llenas de fiesta....etc, son las pinceladas externas de un bello
dibujo que en su plenitud está diseñado en el alma de cada uno de los ibreños,
en realidad en su interior es donde se vive el esplendor de la fiesta, de allí
surge :ese encanto que cautiva, ese detalle que enamora, esa chispa que prende,
esa luz que brilla , ese talante que lleva un peculiar sello de distinción.
Las gentes, cuando visitan estas queridas tierras nuestras, descubren en Úbeda
y Baeza la perfección de un arte espectacularmente bello, ¡Y sí a Ibros
vinieren! como sucedido ya ha, en tantas y tantas ocasiones, aquí es , en sus
gentes, donde encuentran : el calor , el cariño del afecto, la cercana fiesta
de lo emotivo, el ensueño , la dicha en la vivencia de algo que vale la pena.
¡Y comienza la fiesta!, y - en ella - para que el corazón sienta el atractivo
de una vivencia : un pregón, --el mismo-- sirve para que el ibreño encuentre:
en la vibración emotiva de una palabra, en el timbre de una voz rota por la
fuerte hondura de un sentimiento, en la narración de unos hechos de fiestas
pasadas ; encuentre - en todo ello- como digo, el espectáculo de algo grande
que de nuevo vamos a vivir. Desde el balcón del ayuntamiento el pregonero rompe
a hablar y en ese instante se hace realidad la fiesta , todos en silencio
escuchamos el mensaje, el amor a María renace de nuevo y el nombre de los
Remedios candorosamente "bombardea " nuestros oídos , y el
"bombardeo", ininterrumpido, es: como una melodía llena de amor ,
como una oración , como una plegaria encendida. Nadie rompe esta oración
festiva, en la plaza, hasta las piedras de nuestra majestuosa Iglesia: callan,
solo habla el que pregona con entrañable acento, el que: desde ese púlpito
privilegiado --desde ese balcón-- anuncia un comienzo, es el gran comienzo, es
el bello pórtico para una gran fiesta, tú fiesta, la fiesta de Ibros, la fiesta
de nuestra Madre: la bendita, querida y venerada Virgen de los Remedios.
Publicado en Diario JAÉN el 2 del 5 de 1998